Es una iglesia-bosque, un lugar sacro que es ecológico, sencillo y numinoso, donde los árboles oran, y el viento y los pájaros no han sido encarcelados. Sus columnas, que son exentas, a pesar de su llamativo grosor, parece que se limitan a sostener, en unas vigas de líneas impecables, la esencial sencillez del arte. Hasta los bancos, de un perfecto diseño, bruñidos y brillantes, se transforman en objetos de belleza. En esta singular iglesia, premiada por el Instituto de Arquitectura de Estados Unidos, tanto el feligrés como el espectador descubren, sin mayor esfuerzo, el misterio de lo trascendente y, sin apenas darse cuenta, entran en el reino de la paz.

Mariano Errasti - Autor del libro

Espacio Transfigurado

Reflexiones de una iglesia ecológica